EL PERFUME
El nombre de perfume o perfumes proviene del latín
"per", por y "fumare", a través del humo, haciendo
referencia a la sustancia aromática que desprendía un humo fragante al ser
quemado, usado para sahumar. Los romanos no utilizaron la palabra perfume y según
demuestra el filólogo Joan Corominas esta aparece por primera vez en lengua
catalana en la obra “Lo Somni” de Bernat Metge y a partir de 1528 en la
literatura francesa. En la actualidad, la palabra «perfume» se refiere al
líquido aromático que usa una mujer o un hombre, para desprender olores
agradables.
El término perfumería tiene cuatro acepciones,1 pudiendo
referirse a un establecimiento comercial donde venden perfumes, al arte de
fabricar perfumes, al conjunto de productos y materias de la industria del
perfume, o al lugar donde se preparan los perfumes o se perfuman ropas o
pieles.
Índice [ocultar]
1 Historia del perfume
1.1 El arte de la elaboración de perfumes
1.2 La Ruta del Perfume
1.3 Perfumes divinos
1.4 La Biblia
1.5 Nace una forma de arte
1.6 El boom de la cosmética
1.7 El Renacimiento de Oriente
2 Ingredientes de perfumería
3 Extracción de fragancias
4 Órgano de perfume
5 Estructura de los perfumes
6 Tipos de perfumes
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Historia del perfume
El arte de la
elaboración de perfumes
La historia cuenta que Alejandro Magno era muy aseado, capaz
de perfumar cualquier habitación con solo el aroma de su cuerpo. En la Edad
Media se fabricaron ungüentos con sustancias aromáticas, musgo incluido y
después de un período de utilizar animales. En los siglos XVIII y XIX se volvió
al agua de flores. El perfume está tan presente en la historia del hombre como
cualquier héroe o leyenda.
La Ruta del Perfume
Los aromas de la naturaleza han acompañado al ser humano
siempre: las flores, el mar, los árboles... Ramón Planas y Buera del Museo del
Perfume de Barcelona sostiene que todo comenzó en la prehistoria, el día que el
hombre primitivo encendió una hoguera para calentarse o para alejar las fieras
que pudieran acecharle y, por pura casualidad, encendió algunas ramas o resinas
de un árbol y éstas comenzaron a desprender un olor agradable, un olor inédito
que nunca antes había sentido nadie.“Quizás el hecho de encontrarla tan
agradable y de que el humo se elevase directamente hacia el cielo, les hizo
pensar en utilizarlo como ofrenda a las divinidades o a las fuerzas
sobrenaturales que lo habitaban y que desde allí arriba regían sus frágiles
destinos en la Tierra”. Los perfumes se han utilizado y se utilizan en rituales
religiosos en algunos paises como en colombia.
Perfumes divinos
Año 3.500 a. C. En Sumeria, que era la civilización más
avanzada y compleja del mundo en esa época; ellos fueron los que crearon el
primer sistema de escritura del mundo, los primeros en usar instrumentos de
bronce, los primeros en fabricar ruedas y contrariamente a lo que muchos
suponen, fueron ellos y no los egipcios los que desarrollaron por primera vez
ungüentos y perfumes. Cuando los arqueólogos encontraron el sepulcro de la
reina Schubab de Sumeria, se sorprendieron bastante al hallar junto al cuerpo
una cucharita y un pequeño frasco trabajado con filigrana de oro: la reina
había guardado allí su pintura de labios. En la Epopeya de Gilgamesh (un poema
asirio del año 2.300 a.C. que debió copiarse de textos acadios mucho más
antiguos, a juzgar por la aparición de algunos de sus personajes en tablillas
cuneiformes de la mitología sumeria, de donde debieron de ser extraídos y
adaptados por los acadios) se encuentran muchas citas que hacen referencia a la
perfumería y a la cosmética.
Elaboración de
perfume en el Antiguo Egipto. Louvre.
Egipto no tardó en tomar de los sumerios la idea de la
escritura y, como no, todo lo referente a la cosmética.
Los sacerdotes literalmente fumigaban sus oraciones con
perfumes –que ellos mismos elaboraban-, empleando olores fortísimos que
favorecían la elevación del espiritu: mirra, resina de terebinto, gálbano,
olíbano, ládano... Los aceites perfumados, los ungüentos y las pinturas también
formaban parte del rito: muy temprano por la mañana, cada sacerdote procedía al
aseo de las estatuas divinas untándolas con ungüentos y maquillando sus rostros
y los de las estatuas. Así creían obtener la protección de los dioses y se
aseguraban el paso al más allá. Justamente esta creencia es la que explica la
práctica del embalsamamiento: conservar intacto el cuerpo en sustancias
imputrescibles y perfumadas para entrar así al cielo de los egipcios. A
mediados del 400 a. C., Heródoto escribió sobre este tema: "Se empieza
quitando el cerebro por los orificios de la nariz con un gancho de hierro
inyectando en ellos drogas disolventes. A continuación, se realiza una incisión
en los costados con una piedra de Etiopía cortante y se retira los intestinos
que se limpian con vino de palma y se purifican con aromas molidos. Se llena el
abdomen de mirra, de canela y de otros aromas y se vuelve a coser. Después se
sumerge el cadáver en natrón donde se deja durante setenta días... Luego, se
lava el cuerpo y se envuelve en finas bandas de lino recubiertas por una
especie de goma..." Sirve para reflejar la importancia del perfume como sinónimo
de pureza y exaltación divina (cuando se abrió la tumba del faraón Tutankamon
se hallaron más de tres mil potes con fragancias que aún conservaban su olor a
pesar de haber permanecido enterradas por más de 30 siglos). Las mujeres de la
alta sociedad acostumbraban a ponerse debajo de las pelucas que habitualmente
llevaban, unos conos fabricados con grasa de buey impregnada de diversos
perfumes. Este pegote se iba fundiendo con el calor corporal y del ambiente al
mismo tiempo que perfumaba el cuerpo de quien lo portaba. Ninguna civilización
posterior hizo uso de él. Los chinos contribuyeron en gran parte del desarrollo
y mercadeo.
La Biblia
José -hijo de Jacob- fue vendido por sus hermanos a unos
mercaderes de esencias -de las tierras de Galaad en Palestina- que viajaban a
Egipto para vender sus productos. En su larga y forzada estadía en esa región,
los israelíes aprendieron las técnicas de la elaboración de perfumes y
ungüentos, y la primera referencia bíblica a ese respecto se centra en su
finalidad religiosa o litúrgica: es el propio Moisés quien le encarga al Gran
Sacerdote Aaron que cada mañana y cada atardecer queme incienso y le agregue
partes iguales de esencias de nataf, ónix y junto al gálbano haga un perfume,
quedando estrictamente prohibido el uso de esta mezcla para fines profanos.
También se referencia al mismo embalsamamiento tanto de José como de su padre
(Libro del Génesis, cap. 50, vers. 2, 3 y 26) .
En su relato de la historia del pueblo de Israel, la Biblia
está llena de citas sobre el uso de perfumes, como los consejos que Noemí da a
su nuera Ruth en el uso de fragancias para agradar más aún a Both o cuando
Judit se arregla y perfuma para seducir a Holofernes, encubriendo así su
verdadero propósito de liberar al pueblo. El Cantar de los Cantares es una
verdadera oda a la perfumería y los ungüentos.
Nace una forma de
arte
Para los griegos, todo lo bello, armonioso, proporcionado y
estético era bueno y por ende de origen divino, así que a nadie puede
extrañarle que atribuyeran a sus Dioses el regalo de los perfumes y los
ungüentos... La rosa, antes blanca y sin olor, adquirió su color rojo el día
que Venus se clavó una espina y derramó su sangre sobre ella. Y se volvió
fragante al recibir un beso de Cupido. En otra ocasión en la que Venus huía de
unos malvados sátiros, se escondió detrás de unas matas de mirto y en
agradecimiento por no haber sido vista, le dio a los mirtos su fragancia tan
característica. Los Dioses castigaron a Esmirna por su terrible pecado
convirtiéndola en un árbol común y corriente, pero al verla llorar se
conmovieron y la mutaron en árbol de mirra que llora resinas aromáticas. Los
vendedores de perfumes griegos los anunciaban como fabricados con esencias
provenientes directamente del Olimpo.
Pero el aporte más importante que los griegos hicieron a la
perfumería fue el aplicar su arte a los frascos de cerámica utilizados para
guardar los perfumes, piezas de arte que aun hoy son difíciles de igualar en
belleza. Diseñaron siete formas para almacenar perfumes y los decoraron con
animales mitológicos, figuras geométricas y escenas conmemorativas. El más
conocido fue el lekythos, un frasco muy elegante y esbelto que llegó a ser tan
popular que para referirse a alguien poco solemne, se decía que “no tenía ni un
lekythos”. Pero no todos los griegos amaban el perfume, Sócrates los detestaba,
afirmando que ningún hombre debía perfumarse, ya que una vez perfumados olía
igual un hombre libre que un esclavo.
El boom de la
cosmética
A través del Mediterráneo, los griegos exportaron sus
costumbres desde el Cercano Oriente hasta España, y esto incluyó su amor por
los perfumes. Así, los primeros perfumistas y barberos salieron de una colonia
griega al sur de Italia y se instalaron en Roma en los tiempos de la República.
Aunque en sus inicios Roma era un pueblo pobre y austero que se dedicaba
principalmente a cuidar sus huertos y rebaños y secundariamente a defenderse de
sus vecinos, las sucesivas victorias militares y una constante expansión unida
al debilitamiento del poder etrusco, la convirtieron en una ciudad brillante y
próspera, que pasó de la frugalidad a la opulencia.
La cosmética floreció en Roma como nunca antes había
ocurrido en ningún lugar y así como ahora los productos de belleza pretenden
venir de París, era muy “de nivel” decir que las fragancias llegaban desde
Grecia (aun cuando no lo fueran…como ahora). Las damas romanas tenían una forma
bastante particular de perfumarse: hacían llenar la boca de sus esclavas con
perfumes para luego ser espurreadas en rostro y cuerpo. Una especie de
vaporizador humano.
Pero en Roma no sólo las personas se perfumaban… Antes de la
batalla o en los regresos victoriosos, se humedecían los estandartes de las
legiones con fuertes fragancias y también era común perfumar salones, vestidos,
teatros, armas y hasta los animales, sin mencionar cualquier ceremonia
religiosa, casamiento o entierro. Se cuenta que el emperador Nerón -durante sus
banquetes más selectos- hacía caer desde el techo miles de pétalos de las más
variadas y exóticas flores a la vez que soltaba pájaros con sus alas embebidas
en perfumes, para que la fragancia se esparciera durante el vuelo (recordemos
que su mujer, Popea, amaba bañarse en leche de burra, obligando a trasladar
durante sus viajes a casi trescientos de estos animales para ser ordeñados cada
mañana).
El cristianismo trae consigo una regresión en la utilización
de los perfumes y los cosméticos y la condena a las «artimañas del diablo"
utilizadas por las mujeres para seducir a los hombres. San Clemente de
Alejandría autorizaba los baños, pero condenaba los establecimientos que de día
y de noche se ocupaban de masajear, untar y depilar. San Jerónimo, San Cipriano
y Tertuliano echaron espuma por la boca maldiciendo contra los ungüentos y
perfumes pero no tardó en ponerse de moda morder delicadamente una ramita de
mirto con el fin de mostrar así una bella dentadura. De cualquier manera, es la
Biblia quien vuelve a mostrarnos el uso extendido de la perfumería: en el Nuevo
Testamento vemos la imagen de la hermana de Lázaro ungiendo los pies de Jesús
con perfume o los tres Reyes Magos dejando incienso y mirra en el pesebre (es
algo singular que tanto el nacimiento de Jesús como su muerte estén ligados con
los perfumes: “…también vino Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús.
Trajo como cien libras de Mirra perfumada y áloe. Envolvieron el cuerpo de
Jesús con lienzos perfumados con esta mezcla de aromas, según la costumbre de
enterrar a los judíos”. San Juan 19 39-40).
El Renacimiento de
Oriente
Los bizantinos son quienes recogen la antorcha dejada por
los romanos en lo que respecta a los imperios; en el arte de la perfumería no
sería arriesgado decir que superaron a la propia Roma (tal vez por el simple
hecho de tener mano de obra con tradición perfumista o por contar con las
materias primas más cerca). Aunque si de potencias hablamos, debemos darles
todo el crédito a los árabes: ellos supieron asimilar y perfeccionar mejor que
nadie los conocimientos de las culturas que los precedieron. Utilizando
alambiques para destilar alcohol como soporte de las esencias, elaboraron
refinados perfumes como el almizcle, la algalia y el Agua de Rosas, por nombrar
los más amados y requeridos en toda la Edad Media. Mahoma, como todo buen
árabe, amaba los perfumes y el mismo Corán promete a los fieles de corazón un
paraíso perfumado y bellas hurís de ojos negros, hechas del más puro de los
almizcles...
Los intercambios entre Oriente y Occidente se vieron
favorecidos por las Cruzadas (1096-1291) y los mercaderes comenzaron a inundar
el mundo conocido con nuevas fragancias y especias, además de poner otra vez de
moda la buena costumbre de acompañar el aseo con aplicaciones perfumadas. Pero
pronto veremos que las viejas mañas son difíciles de dejar a un lado.
Durante el Renacimiento se produjo una especie de
redescubrimiento de la cultura greco-romana y, con la invención de la imprenta,
numerosos tratados antiguos de perfumería fueron traducidos y publicados en
francés e italiano, haciendo llegar a la población mil y un maneras de usar
perfumes. Por desgracia, es en este período cuando se deja de lado a la higiene
y se recurre a los perfumes para “no oler como carneros”. Es tan común entre
las damas no bañarse como ponerse en las axilas y entre los muslos esponjas
perfumadas. Como resulta evidente, la sarna estaba a la orden del día tanto
para la plebe como entre los ricos y famosos (uno de los asistentes de Juana I
de Castilla y Aragón, también conocida como la Loca, escribió en una de sus
cartas: “las hijas de la reina mejoran poco a poco de su sarna”). Pero el
puesto de honor entre los mugrientos lo tiene Enrique IV de Francia: no
solamente no se lavaba nunca sino que además ni siquiera tenía por costumbre
perfumarse. En su noche de bodas, su esposa estuvo a punto de desmayarse y
cartas de sus amantes dejaron testimonios de las náuseas y vahídos que
sufrieron al compartir su lecho. Pero parece que por lo menos se bañó una vez.
Fue en el Sena, en donde antes de hacerlo, y a la vista de todos, orinó
abundantemente. Y viendo que su hijo, el futuro Luis XIII, dudaba en meterse al
agua, le dijo una célebre y paternal máxima que haría palidecer al mismo San
Martín:
-Con confianza, báñate y no tengas miedo que más arriba del
río otros habrán meado antes que yo.
Florencia y Venecia fueron las capitales del perfume. Al
morir la alquimia en pos del nacimiento de la química, el arte de la perfumería
evolucionó notablemente al mejorar la destilación y la calidad de las esencias.
Empleando técnicas orientales, Venecia produjeron los primeros frascos de
vidrio soplado, pero muchos vidrieros italianos emigraron a Alemania y Bohemia,
encontrando ahí un cuarzo bastante duro que les permitió tallar, grabar, pulir
y decorar sus envases. Dejaron a un lado el soplado y desarrollaron para el
envasado nuevas técnicas.
Una curiosidad: la moda imponía el uso de guantes y estos
indefectiblemente debían estar perfumados. Grasse, un pequeño pueblo al sur de
Francia, los fabricaba en grandes cantidades y sus guanteros decidieron
entonces perfumarlos ya en la fábrica. Para eso comenzaron con el cultivo de
lavanda, jazmín, mimosa, naranjos, rosas… En la actualidad, Grasse cuenta con
más de dos mil quinientos técnicos dedicados exclusivamente a la industria del
perfume.
Ingredientes de
perfumería
El perfume es una mezcla que contiene sustancias aromáticas,
pudiendo ser éstas aceites esenciales naturales o esencias sintéticas; un
disolvente que puede ser sólido o líquido (alcohol en la mayoría de los casos)
y un fijador, utilizado para proporcionar un agradable y duradero aroma a
diferentes objetos pero, principalmente al cuerpo humano.
Los aceites esenciales son sustancias orgánicas, líquidas
aunque algunas veces sólidas, de olor y sabor acres, irritantes e incluso
cáusticas. Pueden destilarse sin descomposición, no son miscibles en el agua
pero son solubles en alcohol y éter. No tienen el tacto graso y untuoso de los
aceites fijos y no dan jabón. Disuelven los cuerpos grasos, la cera y las
resinas.
Su composición química es variadísima; a menudo encierran
hidrocarburos de fórmula C10H16 o un múltiplo o submúltiplo y un compuesto
oxigenado o alcanfor. Algunos contienen ésteres, alcoholes, fenoles; otros,
contienen azufre. Existen en todos los órganos de las plantas pero
especialmente en las hojas y en las flores.
La mayor parte de las esencias ya existen completamente
formadas en la planta o vegetal; sin embargo, otras no preexisten sino que se
forman por la acción del agua sobre determinadas partes del vegetal por cuya
acción se combinan ciertos elementos que se encuentran en las células y
determinan la formación de la esencia.2
Los fijadores que aglutinan las diversas fragancias incluyen
bálsamos, ámbar gris y secreciones glandulares de ginetas y ciervos almizcleros
(estas secreciones sin diluir tienen un desagradable olor, pero en solución
alcohólica actúan como conservantes). En la actualidad, estos animales están
protegidos en muchos países, por lo que los fabricantes de perfumes utilizan
almizcle sintético.
La cantidad de alcohol depende del tipo de preparación al
que vaya dirigido. Normalmente, la mezcla se deja envejecer un año.
Extracción de
fragancias
perfume "hot sensation" de Plaisance.
Los aceites esenciales se extraen de los vegetales que los
contienen formados o que contienen los elementos para su formación. Su
extracción industrial tiene gran importancia; existen distintos procedimientos:
Destilación. Este método es el más empleado especialmente
para flores, plantas y hierbas, tales como la lavanda, rosas, alhucema,
tomillo, sándalo, mimosa, etc. Para ello, se emplea un alambique de cavidad
bastante grande. La parte del vegetal que contiene la esencia (raíz, hojas,
flores, corteza (árbol), etc.) se machaca y se introduce en el alambique. Es
conveniente no poner la materia en contacto directo con la caldera; por este
motivo se coloca en sacos o en un vaso en forma de criba que se dispone en el
centro de la cucúrbita. Se añade el agua suficiente para que la materia esté
completamente bañada y al cabo de algunas horas de maceración se procede a la
destilación. El aceite esencial es arrastrado por el vapor de agua, aunque su
punto de ebullición en general es muy superior a 212°F. Los productos de la
destilación son recogidos en un vaso en el que se separan fácilmente el agua y
la esencia. Para las esencias más ligeras se dispone del llamado recipiente
florentino. La esencia va a la parte superior y se acumula en el recipiente
mientras que el agua se escapa por un tubo encorvado que nace de la base del
recipiente. Para las esencias más pesadas se usa otro tipo de probeta en la que
se deposita el líquido en la base y el agua escapa en altura. En todos los
casos, el agua que sale arrastra un poco de esencia en disolución o en
suspensión. Esta agua retorna al alambique para aprovecharla en operaciones
sucesivas.
Expresión. Otro procedimiento extractivo es la expresión;
muy conveniente en la cidra, la naranja y la bergamota. Cuando el fruto es
abundante, se exprime para recoger el aceite.
Enfleurage. El procedimiento extractivo de disolución sirve
para ciertas flores delicadas; utilizando para esto ciertas sustancias grasas
que tienen la propiedad de absorber los perfumes por contacto. Si se procede a
la temperatura ordinaria, la operación se llama enfleurage como ocurre con la vara
de Jesé y el jazmín. Consiste en impregnar las sustancias aromáticas en grasa y
después extraer el aceite oloroso con alcohol. También se utilizan compuestos
químicos aromáticos.
Maceración. Cuando se procede por maceración es necesario
colocar las flores en unas grandes calderas manteniéndolas sumergidas a fin de
que suelten el olor.
Órgano de perfume
El órgano de perfume es un mueble de uso profesional,
imaginado en 1884 por el escritor francés Joris-Darl Hyysmans para la novela Â
rebours, posteriormente construido por ebanistas para uso de perfumistas y
químicos, que proporciona los frascos de materias primas dispuestos en
semicírculo, para la creación de perfume.
Estructura de los
perfumes
Hay dos tipos de estructuras para la creación de perfumes.
Por fases -notas de salida, medias y base- o monolíticas -el aroma se mantiene
sin variaciones mientras perdura-; este último tipo se empiezan a crear a
partir de 1980. Las fragancias monolíticas se caracterizan por estar creadas
con pocos componentes al contrario de las de estructura por fases que son
composiciones en las que fácilmente se alcanza a utilizar un centenar de
elementos.
Tipos de perfumes
Etiqueta de Agua de colonia (1868).
Existen diferentes tipos de perfumes, según su intensidad
aromática:
Perfume: la forma más concentrada, entre el 15-45% de
esencia aromática.
Eau de Perfume (EdP): concentración del ~15%.
Agua de baño, más conocida como Eau de Toilette (EdT):
concentración del 7-15% (~10%).
Agua de colonia, Eau de Cologne (EdC): la misma
concentración que el anterior pero con aromas cítricos predominantemente: sólo
un 3-6% (~5%) de concentrados. Original Eau de Cologne es una denominación
registrada como la marca de perfume.
Splash perfumes (EdS): ~1% de concentrados. EdS es una
denominación registrada como la marca de perfume.
Al aplicarse el perfume sobre la piel, el calor del cuerpo
evapora el disolvente, permaneciendo las sustancias aromáticas, que se disipan
gradualmente durante varias horas.
preparación
MATERIA PRIMA
ALCOHOL DE PERFUMERIA
76CC
EXTRACTO DEL PERFUME 20CC
FIJADOR P.P.G 2CC
PROPILENGLICOL 2 CC
Preparación:
1 mezcle el fijador con el extracto
2. agregue el alcohol
y el propilenglicol
3. agite las mezclas para que se emulsionen
4. colocar el producto por un periodo de 12 horas en la nevera
5. si se coloca turbia filtre con papel filtro o una media
velada
6. deje la loción a temperatura ambiente por un espacio de
15 a 30 dias para que se macere
No hay comentarios:
Publicar un comentario